El arte como medicina.

El pasado 9 de enero, casi por casualidad me encontré en el Parque del Buen Retiro presenciando un espectáculo organizado por la asociación La Barandilla, una iniciativa creada con el fin de reintegrar personas con discapacidades físicas y/o mentales a la sociedad. Una de las formas en que la asociación buscar librar a la sociedad del estigma de los trastornos mentales es por medio del arte. 

La noche del 9, la organización con orgullo puso en escena la obra teatral Érase una vez la revolución, de José Manuel Ballesteros Patrón. Una farsa que nos recuerda que no hay mejor ámbito para examinar la “locura” que en la política. Antes de presentar la obra se nos recordó que todos los actores en escena, dirigidos por el actor Javi Martín (quien ha hablado de su trastorno bipolar de forma abierta), tienen algún tipo de trastorno mental o son neurodivergentes.



Tomando esto en cuenta, me ahorro comentarios críticos sobre el performance, no por que no los tenga, sino por que estarían en contra del servicio de la invaluable labor de la organización. Lo cierto e innegable es que La Barandilla y la compañía de teatro Arriba el Telón han puesto en evidencia las propiedades curativas del arte.

Me conmovió profundamente escuchar a una de las actrices de la obra anunciar que nos iba a leer su poema favorito, “No te Rindas” de Mario Benedetti. Temblorosa se acercó al micrófono en el escenario, pero su alma pareció renovarse cuando leía las palabras:

“No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo” En lugar de estar llena de ese sentimiento incómodo de darles palmadas en la espalda a las personas “diferentes” me di cuenta de la eficiencia del arte y cómo sirve para que todos, independientemente de nuestra experiencia de vida y de nuestras discapacidades o neurodivergencias, nos sintamos menos solos.

Casi al finalizar la función, Martín pidió permiso para cantarnos una canción. Supuse que sería algún himno inspirador, tipo los que se crean para las olimpiadas o algo así. En lugar de esto, escuché las notas melancólicas del piano de “Maybe This Time” de Kander & Ebb. El himno desgarradoramente esperanzador con el que Sally Bowles, la heroína de Cabaret, nos hace conocer su mayor deseo: que quizás ésta vez, a pesar de su trauma e historia, las cosas le van a salir bien.





Yo también cruzo los dedos. 


“Maybe this time, I’ll be lucky.”



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